¿EXISTE UNA Racionalidad Andina y OTRA Racionalidad Criolla?
Café Filosófico No. 119

19 de octubre del 2000
Carmen Zavala
 

Se habla mucho de una supuesta racionalidad andina, la cual sería distinta a otras racionalidades como por ejemplo la racionalidad criolla o la racionalidad occidental. La racionalidad andina según este supuesto vendría a ser de carácter místico,  e implicaría una comprensión del hombre de sí mismo como confluyendo con la naturaleza que los rodea y no como individuo, sino como parte de una colectividad. Por otra parte el "criollo", tendría una racionalidad distinta, más individualista y más próxima a la racionalidad occidental, la cual por su parte, según esta visión, es una racionalidad de carácter más científico, más calculante y más lógica. El supuesto detrás de estas afirmaciones sobre la existencia de diversas racionalidades, es que la razón humana funciona de manera distinta según la etnia o cultura a la que uno pertenece. Este presupuesto que renace en nuestro país con una pretensión de reivindicación de la cultura es en realidad la base de todas las ideologías racistas. Su falsedad no consiste en que moralmente es inaceptable sino en que sencillamente no corresponde a la realidad.

Esto fue expuesto con ejemplos claros en el último Symposium sobre Racionalidad Andina y Racionalidad Occidental, por parte de los Doctores Virgilio Roel y Marino Llanos, la Dra. Rivara de Tuesta y el Profesor William Burns, quienes nos ilustraron sobre todos los avances científicos e intelectuales de la época incásica, así como del alto valor que los antiguos peruanos le daban a la ciencia y a la investigación, sobre todo en los campos de la agricultura, ganadería,  astronomía, el cálculo, la planificación social y política, e incluso como vimos, en la escritura a través de los quipos y las quilcas. De allí se desprende que no existe una racionalidad andina "típica", mítica o algo así, sino que todos los seres humanos hacen el mismo uso de su razón si las posibilidades económicas y sociales así lo permiten, pues la lógica de la razón es la misma para todos los seres humanos.

Sin embargo, aún si reducimos el término racionalidad al concepto de "cosmovisión", el problema subsiste, pues habría que empezar por cuestionarse si existe tal cosa como una cosmovisión andina "auténtica", de modo que todos los hombres del mundo andino concebían el mundo de manera similar. Y habría que preguntarse, cómo es que consideraríamos a aquellas personas que, instruidas o no, se oponían al pensamiento dominante ¿deberíamos considerarlos aculturados, alienados o revolucionarios? Además, si trasladamos la pregunta al presente y especialmente a nuestra comunidad filosófica, la pregunta sería:  ¿Acaso nosotros los que nos dedicamos al quehacer filosófico en el Perú, somos representativos para el pensamiento mítico peruano?

De la misma manera que los pocos filósofos griegos no son representativos para el pensamiento mítico imperante en la Grecia de entonces, nosotros no somos representativos para el pensamiento mítico imperante hoy en día en el Perú, sino que lo son, más bien, los miles de seguidores de la procesión del Señor de los Milagros, los que celebran el Santiago o las Navidades. Que son, por cierto, mitos impuestos a nosotros por occidente o sincretismos de sus mitos con tradiciones locales.

Hay que hacer por lo tanto la distinción entre razón, capacidad de conceptualizar, relacionar, analizar, cuestionar, deducir, etc. y pensamiento mítico. Nuestro razón no se caracteriza por ser más ni menos mítica que la razón occidental. El pensamiento mítico simplemente es el producto de un uso limitado de la razón (esta limitación sólo pocas veces es voluntaria).

En la época de la conquista, este pensamiento mítico fue incluso más dominante que acá. Justamente, fue el pesamiento mítico de occidente, esto es, el fanatismo religioso cristiano, el que acabó con nuestra cultura. Por ello si vamos a rescatar la razón andina, que no es más que un ejemplo regional de la razón universal, debemos rescatar sus producciones lógicas, esto es, sus avances científicos o sociales y no sus lastres míticos, de la misma manera que cuando hablamos de la razón occidental no hablamos de la Virgen que sin embargo tiene hijos, de abstracciones que producen hombres de carne y hueso, que resultan siendo dioses, de sitios donde las personas se queman por siempre si se portan mal, o cosas por el estilo, sino que hablamos de sus avances científicos , técnicos o sociales.

¿En qué nos basamos entonces para suponer que nuestra racionalidad sea esencialmente mítica y que se vuelva científica o lógica, sólo en tanto acepte ser occidental?

Se trata simplemente de un prejuicio que además ya está tipificado por la filosofía. Lo llamamos: relativismo cultural.  Ya Platón tuvo que enfrentarse a este problema. Podemos observar que en la mayoría de sus diálogos Platón hace referencia a los distintos lugares de procedencia de los participantes. A veces Platón hace discutir a Sócrates con extranjeros como en el caso de Eutidemo, y a veces él mismo se hace representar como extranjero. Así sucede por ejemplo en el caso del Sofista.  En el caso del Teeteto y del Político el asunto de lo extranjero toma un giro gracioso. En el Político, por ejemplo, se presentan a 4 personajes: Sócrates, Teodoro, el Libio, el Extranjero, que parece ser el propio Sócrates pero de viejo y Sócrates el joven.  Sócrates comienza por agradecerle a Teodoro por haberle hecho conocer a Teeteto y también al extranjero. Pero esto es irónico, porque Teodoro es de Libia y por lo tanto también es extranjero e incluso pertenece a un grupo racial notoriamente distinto. Luego Teodoro le habla al "extranjero" refiriéndose a él con el nombre de "extranjero", lo que a su vez es irónico, porque también Sócrates es para Teodoro un extranjero. Así que ambos andan llamando extranjero a un tercer "extranjero", como si ellos no fueran extranjeros entre sí (en el Teeteto se da una  paradoja similar). Pero, además, en este diálogo parece que en realidad el "extranjero" no es nada más ni nada menos que el propio Sócrates en su calidad de extranjero, así como el  "joven Sócrates", parece ser Sócrates representado como cuando él era joven. Estas referencias a lo extranjero, es decir, al hecho de que alguien pertenezca a otra cultura, tratan de mostrar lo relativo que es considerar que la otra persona por pertenecer a una cultura determinada deba estar determinada por dicha cultura. Si así fuera Platón jamás habría podido postular la eliminación de la propiedad privada y la disolución de la familia, sino que tendría que haber aceptado, como argumenta su mal alumno Aristóteles, que lo que es, es porque no puede ser de otra manera. En el caso de Aristóteles la cosa es peor aún, porque llega a concluir que el hombre no solo estaría determinado por su cultura, sino que afirma que el modo como está organizada la cultura griega, es el único posible, porque es el único que conoce. Apela pues a la falacia de apelación a la ignorancia: Porque no conozco otra cosa, esto es lo único que vale. Pero Platón y Sócrates, entre otros grandes filósofos griegos, muestran justamente con su ejemplo que el hombre no tiene por qué pensar como la mayoría de la gente de su pueblo. Los hombres más bien muestran su cultura a través de la interacción y el diálogo (y van creando su cultura así,  "la cultura", no los forma a ellos). Esto quiere decir es que son los hombres los que transforman la naturaleza y la sociedad. No estamos pues determinados fatalmente por nuestra cultura. Incluso la inacción y la aceptación pasiva de nuestras tradiciones es una toma de posición, que podemos rechazar. De lo contrario tendríamos que aceptar el determinismo Hegeliano, con sus sendos representantes contemporáneos en el Perú, que afirman que el peruano es por tradición un sujeto sumiso, mítico y acomplejado y que los peruanos que no concuerdan con esta actitud, es que porque han asumido doctrinas foráneas a su pensamiento, rompiendo así con el idilio de la conservación de la tradición auténticamente andina (la cual supuestamente es la servil y mítica)

  

¿Existe entonces una Racionalidad Andina y una Racionalidad Occidental? No. Lo que existe son individuos con una misma racionalidad que se alimentan de diferentes fuentes culturales y optan por una u otra según lo que más consideran que les conviene. La elección de lo que es mejor para cada uno, y en consecuencia para todos, por otra parte, varía, y son los grupos dominantes, los que tratan de inculcarle a los individuos que deben optar por este o aquel valor cultural, tratando de convencerlos de que lo mejor para ellos, es decir lo mejor para cada uno, es lo que más le conviene al interés de su grupo dominante. Con lo que se concluye que finalmente el rescate de los valores culturales no es más que parte de una lucha política por conservar el poder, o por transformar el gobierno.